Viendo la Serie del Caribe una noche del 2004 cuando el invierno se alejaba, se encontraban 3 provincianos en la ciudad capital deleitándose en un colmado acompañados de un buen “pote “de romo…
Pero antes de continuar con el relato tengo que explicar cómo se construyó el escenario de la historia más arbitraria que le puede suceder a cualquier ser humano en una noche normal:
Suena el celular que solo recibía llamadas en esa época de escasez de minutos por falta de fondos.
-¿Qué haces?- dice el que llamó
-Nada, estoy echao- dice el que contestó en tono apagado.
-Te iremos a buscar el F y yo, pa ver el juego y bebernos un pote.
-Men, yo no estoy en eso no.
-Cámbiate que estamos allá en cuestión de minutos.
(end)
Se cambió y se sentó a esperar a los secuaces que le pasarían a buscar. Pasado 10 minutos estaban con la bocina pegada al frente de la casa. Se dirigieron a un colmado con pantalla gigante para pasar el rato y apoyar a Dominicana.
Entre carcajadas y cuentos la noche transcurría de lo más agradable hasta que…
-¡El día del fin ha llegado! ¡Él vendrá repartiendo latigazos!- Se escucha desde la nada como una caravana de fanáticos apocalípticos que vociferaban por un megáfono.
Escépticos o entretenidos los muchachos no prestaron atención (ni las docenas de personas que veían el juego) al llamado profético que se convertía en la nota discordante de aquella noche “suave”. Todo sigue normal después de un minuto, hasta que un señor de aspecto asiático (Chino, Japonés o Coreano) se arrodilla en frente de los provincianos a quienes nos estamos refiriendo y dice en tono sufrido:
-Yo he venido a salvarlos porque el Señor me envió.
Se puso a orar y en su dramatismo golpeó el pavimento con las manos para declamar a toda voz una prédica redentora que más o menos decía así:
-Se acerca el día de los latigazos y yo soy un enviado para salvarte a ti, a ti y a ti y a todos los que están en este lugar.
Los tres muchachos se miran unos a los otros como burlándose del predicador asiático (que por cierto hablaba mas dominicano que Johnny Ventura). A su vez pensaban en la suerte que tenían de haberse sacado a este loco sabe Dios en que rifa, y lo trataron de ignorar.
W y F se fueron dentro del colmado dejando al muchacho que ellos sacaron de su casa (si, el que estaba en pijamas que no quería ir) conversando con el nuevo personaje quien seguía de rodillas llorando por la salvación de estos “jóvenes que estaban en malos pasos”.
-Tengo sed- dijo el “Chino” (sin ofensas a los Chinos, pero así se conocen a todos los que tienen raza asiática en mi R.D.)
-Toma agua- le dijo el mismo muchacho que se había quedado enganchado en la prédica.
-No es de esa agua que quiero. Quiero agua de vida.
-¿Agua de vida?
-Si… Tu sabes a lo que me refiero- dice el “Chino” cambiando un poco el semblante, ahora más alegre.
- No sé a qué te refieres no…
-Yo sí. Ya verás.
Terminando de decir esto el “Chino” agarró el pote que habían comprado los muchachos y se pegó el trago más largo jamás antes visto. Y a todo esto el que se había quedado con el “Chino” estaba aturdido de la sorpresa.
El “Chino” seguía arrodillado ahora con la botella (pote) en sus manos.
W y F ven esta escena tan extraña y entran en estado de alerta; se dirigen a donde su amigo para ver qué sucede. ¡Grata sorpresa que se llevaron! El “Chino” pote en mano.
-¡Oh Oh Chino! ¡Suelta el pote!- dice W en tono amenazante.
-¡Nunca! De este pote beberemos todos… Este pote lo vamos a llenar. Lo vamos a convertir en un “Medio Galón”… Es más, de este pote haremos una piscina de Ron y ¡todos los que están aquí beberán!
Figúrese usted que lio se han encontrado nuestros amigos ahora con este loco. Razón por la cual F le dice:
-Chino, siéntate ahí que vamos a hablar- F, en tono jovial.
El Chino obedeció como un niño y tomó asiento.
-¿Cómo te llamas Chino?- le pregunta F
-Mi nombre es Juan Pablo Duarte: El que liberó a esta tierra del dominio Haitiano, creador de la Trinitaria… Espérate, ¿Juan Pablo Duarte o Leonel?- dijo el Chino mirando a los tres jóvenes que después de ese comentario quedaron estupefactos.
-Mire… Cuídese- dijo W en tono parental y satírico, y mira a sus otros dos compañeros como símbolo de que tenían que hacer algo con ese loco.
W se junta con F y con el otro para coordinar como se iban a ir o si en verdad tendrían que llegar al extremo de la violencia, pero el Chino volvió a interrumpir.
-¡Vamos, síganme para la Luz!- dijo entusiasmado señalando hacia la parte más oscura de la noche.
Los tres jóvenes seguían atónitos con las cosas que decía este desquiciado loco.
-Chino nosotros nos vamos- Dijo W
-Nos vamos todos para la Luz- dijo el Chino insistente- Vamos pisando firmes para la luz.
Cada palabra que decía el Chino iba acompañada de un ademán muy marcado que denotaba lo que quería decir, incluso el se daba golpes en el pecho que retumbaban en el local. Por eso él le dio un golpe a cada uno en el pecho solo para decirles que eran desde ese momento amigos; a partir de ese momento los jóvenes entendieron que irse a una pelea con este loco podría ser un poco difícil.
F, al percatarse de que las cosas se están complicando se dirige secretamente a su carro para pasar rápido y que los otros dos se montaran sin el Chino que no se les despegaba… Ahí empezó la tragedia…
F hace cambio de luz, W se adelanta a abrir la puerta a vociferar histéricamente el nombre de su otro amigo que el Chino tenia agarrado para que no lo dejaran pero al ver las intenciones de los otros chicos corrió tras el carro (sin soltar el pote que ahora era de él y para todos). El carro iba en 1era, en el estaban W y F, mientras que nuevamente el otro muchacho se ha quedado en la acera boquiabierto viendo al Chino que corría a la par del carro y ya estaba agarrado del manubrio del asiento trasero derecho (sin soltar el pote).
-¡No me dejen!-Vociferaba el Chino sin dejar de correr y sin soltar el carro.
F pegó el segundo cambio y el Chino seguía corriendo casi rompiéndose las piernas de la velocidad; hasta que pegaron el tercer cambio… El Chino cayó derribado pero se quedó agarrando el manubrio del carro. Su cuerpo se arrastraba a la velocidad que iba el carro, se desgarraba en el pavimento; parecía que sacaba chispas, en fin, se iba guayando todo menos el brazo que estaba pegado de la puerta.
Aun quedaba uno de los tres fuera del colmado, quien estaba en pánico por la escena tan horrorosa que estaba viendo: Sus 2 amigos arrastrando el cuerpo de un loco Chino que se dedicó a dañarles la noche. Este joven se acerco al que atendía en el colmado y le pregunta:
- - ¿Y ese Chino de donde salió?
- -¿El Chino no anda con ustedes? – contesta el colmadero
- - NOOO. Ese chino se va a morir. Espérate que ahí se están devolviendo mis amigos a buscarme.
En efecto, los que andaban en el carro estaban doblando en U para buscar a su amigo.
-AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY, DIOSS MIOOOOOOOOOOOOO!!!! – gritaba el Chino que se había comido casi 200 metros de pavimento, hasta que el carro doblando en U lo tiró hasta la otra acera.
-¡Súbete rápido!- gritó W frenético a su amigo que estaba en la acera.
De repente se oye en la lejanía “NO ME DEJENNNNNNNNNNNNNN!!!”. Sí. El Chino se paró luego de burlar la muerte y venia a montarse con sus “amigos” en el carro. Se acercaba corriendo velozmente, con media cara en carne viva ensangrentada y la ropa desgarrada.
El muchacho al ver al Chino corriendo de vuelta, se apresuró y se entro por la puerta del carro que W le había abierto al estilo película de persecución. Aceleraron y dejaron al Chino atrás.
- -- Señores ustedes iban a matar a ese Chino, lo arrastraron por el piso hasta que él se despegó cuando doblaron- dijo el ultimo muchacho sin casi respiración.
- ---¿En serio? Yo creía que él se había quedado atrás.
Aunque no lo crean, la historia no acaba ahí…
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AV