-Somos tú y yo. Te tomaré hasta el fondo, cuando no quede nada de ti, te lanzaré por el basurero. Lo haré como lo hice hace unos días con ese demonio que me perseguía y me tocaba los talones mientras dormía, hasta que lo agarré con una daga de esas que usan para cazar vampiros; lo atravesé por el cuello y su líquido amarillo se evaporó mientras se derramaba. Cuando el acto se había consumado, lo metí en una funda y lo eché al basurero, a ese dónde irás a parar tú. – Dice el Sargento Castillo, como quien cuenta una historia de gloria.
La botella lo mira fijamente en tono temerario y le deja saber lo poco que le importa, porque ella es infinita y lo ha visto tantas veces hacer lo mismo en esa barra, y el buen idiota no se da cuenta que es ella misma quien vuelve y se aparece y lo pone a pensar en ese demonio que tantas veces le tocó los talones cuando su cama daba vueltas.
El Sargento Castillo tenía ya 17 años en el mismo rango y por las noches que tenía de libertad se bebía el sueldo que le daban los 25 de cada mes. Odiaba esas botellas y sus conversaciones con ellas eran ya un patrimonio de la barra; la gente se sentaba a mirar como el discutía con la botella mientras acababa hasta la última gota, luego no permitía que el camarero la retirara, pues él se daba el gusto de reventarla con el fondo del basurero.
Esa misma noche se terminaba ya el último trago y se decide a culminar su rutina, cuando de repente en el callejón estaban asaltando a una jovencita que no llegaba a los 20 años, y el ladrón vio al Sargento quien en seguida emprendió a socorrer a la víctima. Botella en mano se dirige a embestir a l malhechor, pero un charco de agua sucia (con olor a orina) se interpuso en el camino haciendo que nuestro borracho cayera de manera ridícula en medio de la escena.
El ladrón se fue espantado y la joven corrió dirección opuesta. ¿Y la botella?...
La botella cogió impulso en el aire y aterrizó en la frente del Sargento, diciéndole:
-Por cosas como estas es que tienes tanto tiempo en el mismo sitio. Pero hoy mi historia cambia y mi destino es partirte la frente a ver si te dan de baja, ¡Basura!
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