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Un taxi por favor: Compenetración

Esta es la continuación de: Un taxi por favor, si no lo ha leído, por favor ver la entrada anterior.

Sin tener que tocar bocina Casimiro y Darío se sincronizaron de manera tal que solo hizo asomar el taxi cuando ya el cliente se había subido.

-Buenas noches Casimiro, noche fresca ¿no? – Dice Darío en tono jovial y calmado.

-Definitivamente, ¿Cómo le fue?

-Muy bien diría yo

-Ok. Darío, me da curiosidad el saber como es que voy a ganar tanto dinero como promete.

-Tú tranquilo, eventualmente ya verás como hacerlo, se me olvidaba decirte que voy para un hotel y necesito que me esperes hasta que amanezca ¿Está bien?

-Normalmente trabajo casi de amanecida, asi que no veo ningún problema.

-Dirígete al malecón que me quedo en el 5to.
Sin decir mas Casimiro lo llevo al 5to y lo esperó cuan perro fiel a su amo en el parqueo subterrado hasta el amanecer. A las 7:05 AM se apareció el cliente y le pidió que le llevara al aeropuerto.

“Este señor no pregunta precios y solo da ordenes, debe disponer de buen dinero. No le puedo decir que no porque el otro día por un servicio me pagó 2000. Que sea lo que Dios quiera.”

Transcurrió el trayecto de manera silenciosa, muy diferente que las ocasiones previas y cuando llegaron al aeropuerto Darío dijo: “Regreso en 2 semanas, por favor mantén tu celular a mano, para cuando te llame. Mientras tanto toma ese dinerito para que aguantes”

Dándole el dinero se marcho con un pequeño bulto de manos. Casimiro hojea los billetes y no pudo creer cuanto le pagó Darío: ¡20 mil pesos!

Se marchó a la casa y sin decir nada guardó 18 en un escondite específico que tenia en un cielo raso de una habitación vacía que pertenecía a su difunta abuela.

Casimiro era el hijo único de una madre soltera (Hija única también) razón por la cual se crió en casa de sus abuelos en un barrio de esos centenarios con casonas de madera, techadas de zinc con puertas y ventanas de madera gruesa de esas que se aseguran con una tranca atravesada de lado a lado. A la edad de 10 años el niño de la casa pierde a su madre quien sufrió un infarto fulminante a destiempo, dejando a la criatura en manos de la abuela quien lo crió a la antigua. Ella cocinaba, limpiaba y hacia todos los quehaceres del hogar, mientras que el niño hacia los mandados y estudiaba.

El en ese entonces joven pierde a su abuela y único familiar cercano cuando cursaba el 2 semestre de contabilidad en la universidad autónoma y se quedó con la casa en la cual años mas tarde mudaría a Estela (su amor del bachillerato) con la finalidad de crear una familia.
Al llegar a la casa le pone los 2 mil pesos a Estela sobre la mesita de noche mientras para cuando ella llegara del trabajo y se acostó a dormir durante la mañana. Su mujer trabajaba de sirvienta 3 veces a la semana por un poco mas de medio día hasta para conseguir un dinerito extra que servia para ir al salón de belleza y para cosas extras en el hogar, porque aunque dentro de la pobreza el ser humano goza de ser lúdico y vanidoso, aunque sea evangélico o católico porque hasta en eso se desprende de un diezmo para mantener a su iglesia con manutención incluida del pastor o una ofrenda para lo mismos fines aunque en su casa no haya que comer. Cada cual tiene su vicio y tubería de escape.

Dada las tres de la tarde, Estela se aparece y encuentra pica pollo en la mesa y un doble litro de refresco de cola (si aparece el patrocinio pongo la marca), Casimiro esperándola con la radio en buen volumen tocando salsa de la época dorada: “Déjenme irme que es muy tarde ya”

-¿Y este pica pollo?

-Pica Pollo fino, no es de donde los chinos. Este es de los que vienen en cubetas. Siéntate mujer y comamos tranquilos.

-Casimiro, pero el de los chinos me gusta mas. Este pollo como que es muy grande y grasoso.

-Estela tu eres una mujer blanca. Aprende a comer bueno. Cambiando el tema un poco, he conseguido un buen cliente, que es algo casi fijo. Si las cosas siguen como van no tendrás que trabajar más.- dice Casimiro en tono confiado y triunfal.

-Ojala. Mira estos panecillos no están malos no.- lo dijo sin hacerle caso a lo de Casimiro y su nuevo cliente.

Cuando terminaron de comer Casimiro se tomó el día libre pero se prometió no derrochar el dinero y seguir trabajando normalmente aunque ya tenía el dinero del mes y algo mas.
Pulsemos ffwd hasta el momento que suena el celular:

-A la orden.

-Un taxi por favor…

Casimiro sonrió y pensó que la cosa se estaba poniendo buena.

-Es una orden, bienvenido Darío, ¿te busco al aeropuerto?

-¡Ja ja ja! Así me gusta. Eres un hombre sabio.

Continuará

Comentarios

Andres Velez ha dicho que…
Si Señor. Me Gusta como va esto. Jejeje....

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