Se preguntaba que estaba sucediendo y a donde iba a parar todo el tiempo perdido. Salió en busca de esa respuesta, a altas horas de la noche, cuando solo transitaban los taxis, borrachos, travestis, ladrones, drogadictos, mujerzuelas y espíritus. Entre callejones y avenidas se hizo parte de todos, infiltrándose cuan Mata Hari del siglo pasado.
Seguía fija en su objetivo e incesante continuó su encomienda, moviéndose esta vez a un ambiente más sobrio; entre oficinistas, ejecutivos, jefes, clientes, compañeros de trabajo, salarios y horarios, dejando atrás sus andadas y adaptándose a su nuevo hábitat. Seguía preguntándose sobre el tiempo perdido, necesitaba recuperarlo a como diera lugar.
Aun recordaba cuando sus días estaba colmados de atenciones, amores y compromisos que desvanecieron cuando su amor la dejó arrebatándole su tiempo y su corazón. Trascurrió en un pestañeo la vida de los 18 a los 24, sin encontrar el tiempo perdido y como todas las muchachas de la época pensaba que si a los 25 años no estaba casada o comprometida, ya sería irrecuperable.
Sus amigas todas se casaron, algunas enviudaron, otras murieron y ella seguía buscando su precioso tiempo.
Hasta que por fin la encontré sentada en la mecedora que queda junto a la ventana del patio, hace ya 5 años. Recuerdo que lloraba inconsolable todos los días de 6 a 7 de la tarde, creo que su ánimo caía junto con el sol. Lourdes, quien la cuidaba, insistía en que me le acercara, y aunque tomó tiempo así lo hice, justamente a las 6:45 PM de uno de esos días tristes en el cual le presté mi pañuelo para secar sus lagrimas y me dediqué a escucharle día tras día, así sin darme cuenta también mi oficio se convirtió en darle cada beso que encontraba en cualquier instante o rincón.
No le devolví el tiempo que ella buscaba, porque es una tarea imposible, sin embargo, le entregué el amor que nunca antes pude dar y ella me dio del poco tiempo restante, porque como entenderán ella nunca pudo encontrar o vivir su tiempo perdido y a mí cuando me sobraba el tiempo no supe amar, hasta que la conocí.
Hablando del tiempo, les agradezco que hayan venido en este día triste, solo resta decir que nuestro asilo nunca será igual sin mi amada Inés.
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