Sólo en un cementerio, frente a una tumba me detuve a pensar si habría vida después
de la muerte y mi primera respuesta fue “No. No hay ser vivo que muera y luego
viva. Si se muere un perro, un gato, un insecto; no le espera nada después de
la muerte siendo aún como nosotros: Seres vivos.”
Seguía solo
frente al panteón familiar. Y solo pensaba en ese primo que había fallecido por
un infarto, no había visitado a la familia pues el tiempo no me lo permitió, así
que, desde el trabajo me fui directo al cementerio por compromiso y con mucho
dolor. Podía recordar su sonrisa muy claramente, además de los momentos jocosos
que todos compartimos en algún momento. Luego, fueron llegando los demás,
muchos familiares abrazándonos y lamentando el suceso; esperando por el féretro;
hasta que al fin llegó.
El momento más
duro fue cuando la madre, sus hermanos y sobrinos rompieron en llanto a
declamar tantas cosas que no tenían mucha coherencia lógica:
“Siempre
dicen lo mismo cuando alguien muere, pero ¿Qué vamos a decir? Tu eras bueno, amoroso, protector, alegre, familiar”
O cosas
como:
“¿Ahora con
quien voy a pelear?” “Mírate como nos dejas”
Entre penas
y lamentaciones lo enterramos en una de las fosas disponibles de la familia,
cerca de los que se han marchado y en el mismo sitio donde la familia ha llorado
en tantas ocasiones, incluyendo al que hoy murió. Todo terminó y me marché a mi hogar con unos primos que se ofrecieron a llevarme.
En el
camino íbamos hablando de todas las cosas buenas que nuestro querido primo ya
ausente nos había brindado. Era increíble cómo no había nada que reprocharle.
Siempre fue amor, y yéndose a destiempo para nosotros, nos dimos cuenta que su vida
fue llevada a cabo de la manera en que todo ser humano debería vivir: En amor y
comunión con sus seres queridos. Haciendo esto con nuestra gente, se nos hace más
fácil hacerlo con todos los demás. Es como una práctica de buena costumbre o cortesía,
como la que nos inculcan desde la escuela o la casa: Si aprendiste a ser cortés
siempre darás los saludos adecuados, los agradecimientos, sabrás también pedir favores;
entonces todo el mundo notará lo educado y cortés que eres.
Si damos
amor, nos diferenciamos también de los demás animales que mueren y llegan a su
fin.
Es por eso
que hoy llegué a la conclusión de que si hay vida después de la muerte, únicamente
el amor que brindamos durante la misma nos garantizará la eternidad en los
corazones de quienes amamos. Serán los que no se inventarán ninguna leyenda fantástica
y sin embargo hablarán recordando lo mejor de nosotros.
Comentarios
Y mas que Jesús te da esas fuerzas y amor para uno seguir para alante y no cansarse en el camino.