Ir al contenido principal

Otro entonces



- ¿Y tú qué? Sigues vivo, ¿Eh? Ya no me quieres como antes. ¿Qué te pasa?

- Si te quiero no seas bobo. Pero te estoy queriendo como quieren los casados, con experiencia, calma, y cordura.

- Quieres decir sin pasión. Y así no se siente.

- No querido, lo que pasa es que ya estas desgastado, al igual que yo.

Tomé mi vaso de Whisky, mientras seguía la conversación. Esta vez estábamos en una mesita redonda, como de esas que usan en las calles de París o en la Zona Colonial[1] cerca de los bares para tomar una taza de café o cualquier trago que no sea agua. No estábamos sentados de frente, más bien, uno del lado del otro. Intercambiando palabras sin mirarnos; como susurrando discretamente y mirando hacia el horizonte o a cualquier buena falda que se cruzase en la fotografía.

- Extraño tus locuras.

- Basta ya de alucinar. No seas tan expresivo. – Dije un poco incómodo.

- Cada año te renovabas. Me hacías tuyo, me vivías y me matabas.

Aun incómodo, tomé otro sorbo y dije:

- Entiende que aún es así, pero no solo estamos tú y yo.

- ¡Patrañas! Júramelo aquí mismo. ¡Dime que harás que conmigo!

- ¿Por qué? si aún no ha llegado el momento.

- Porque necesito oírlo de tu boca.

Rompió en llanto, mientras yo seguía frio por fuera pero hirviendo en mi interior. Me incomodaba ver cuánto me reclamaba, pero no podía reprocharle por su estado frenético de necesidad y deseo.

Cansado de oírle le dije:

- Daré lo mejor de mí, seré más cariñoso y dedicado. Me volverás a sentir...

No había terminado de hablar bien cuando de repente se armó un alboroto y todos se abrazaban. Miré hacia donde estaba sentado mi interlocutor, mi compañero; pero ya se había desaparecido…

Una niña de quizás siete años me abrazó y dijo:

- ¡Feliz año 2014 tonto!

Y comprendí que “Fin de Año” me agarra para estas fechas y comienza a quejarse conmigo o yo con él, pero al fin y al cabo terminamos muriendo para volver a vivir.






[1] Zona Colonial de Santo Domingo

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un cuento Taíno (Arawaibe)

Era una noche muy tensa con olor a mar y animales muertos en el cacicazgo de Maguana. Los árboles derribados por doquier escenificaban el horrendo paisaje que había dejado ese devastador Huracán. -Cuando amanezca, tenemos que limpiar la tierra, madre de todo lo que comemos.- Dijo Caonabo, el cacique de Maguana a sus 21 Nitaínos. Con un acto de reverencia dieron este mandato por entendido. Lo que restaba era informarle a los naborías del gran trabajo que les esperaba. Y así concluyó la reunión de “la nobleza” taina. Caonabo entró en su bohío y se sorprende al ver a su behique llorando. El behique era el sabio del cacicazgo, además de ser curandero y poseer poderes mágicos. -¿Qué te sucede hombre sabio? -He cometido algo imperdonable. Caonabo, merezco la muerte, ni siquiera Apito me lo perdonaría.- Dijo en anciano entre sollozos. -Cuéntame, y puede que te perdone yo. Luego me encargo de Apito; has sido un hombre bueno y honesto. -Mi hija no murió. ¡Esto es terrible!- dijo el be

Navidades y RD

Ese árbol navideño que tantas luces solía sostener y que tenía un efecto hipnotizante en todos los que entraban a la casa; solo cuelga telarañas... La cajita de música que tocaba una y otra vez las mismas melodías me transportaba al mismo polo norte y me sentaba a la vera de papa Noel; ya no es caja porque las extensiones lo incluyen. ¡Vamos a cortar yerba para los camellos de los reyes magos!, y pongámosle cigarrillos, ron, galletas, leche, etc.… Todo eso ya es un vago recuerdo del tiempo que solía ser el más esperado. De esa burbuja ya he hablado y muchos quizás no estén de acuerdo, mas a mi generación esto lo hacía tan feliz como recibir los regalos; ¿a donde fue a parar tanta magia? Recuerden que la fantasía es alimento de la niñez, déjenle saber cuando crezcan que hicieron lo imposible para que se acostaran el día antes de “los reyes magos” con un ojo abierto y uno cerrado. Las navidades se han ido de vacaciones, supongo que están peleadas con mi República Dominicana… Luch

El cuento maduro de la Navidad

El lavamanos estaba botando agua caliente sin pausa y en gran cantidad mientras le hablaba en voz baja un joven a otro que lo observaba en silencio: “Debo tanto y quisiera pagar… Debo muchas explicaciones de cosas que verdaderamente no sé explicar y que no se si en realidad importan o cambiarán para bien la vida de alguien incluyendo la mía. Debo volver a ser más callado. La soltura no me sienta, siempre he sido muy discreto. Debo volver a ser celoso de mi vida, de mi privacidad, de mi independencia. Debo dar más…Ser aquel muchacho encantador de antes, que no temía a la aventura.” El que guardaba en silencio de pronto lo interrumpió: “Veo que quieres magia. Quieres ser quien eras y me das asco, porque no estás apreciando que eres todo lo opuesto a lo que tanto te endeuda hoy día. Por lo que hoy, puedes decir que has saldado cualquier cosa que te abruma producto de quien fuiste. ¡Estúpido! lava tu cara con un poco de esa agua caliente que abriste hace cinco minutos, porque hace un poco